Octubre y noviembre son meses ideales para ir de colonias. Ya hemos hablado otras veces de la importancia y los beneficios de ir de colonias, pero hoy queremos destacar el efecto positivo de las colonias en otoño para reforzar la cohesión de grupo y empezar el curso con buen pie.
Desde hace años, además, muchos equipos docentes han constatado que durante el primer trimestre del curso hace una temperatura perfecta para ir de colonias, a menudo más agradable que durante los meses de mayo o junio. Además, la convivencia de 24 horas y las actividades que favorecen la cohesión de grupo que surge durante las colonias pueden ser muy beneficiosas en un momento del curso en que se deben reforzar los vínculos afectivos entre alumnos y alumnas después de las vacaciones de verano.
Estos efectos beneficiosos son aún más destacables en los grupos de 1º de la ESO, ya que a menudo los alumnos/as cuando comienzan el curso aún no se conocen entre ellos/as porque vienen de centros de primaria distintos. Ir de colonias en otoño los proporciona un espacio de inmersión total en el grupo, favoreciendo las relaciones y creando vínculos que les acompañarán durante todo el curso.
Alguno de los niños, niñas y jóvenes que han estado con nosotros nos comentan que «ir de colonias al inicio del curso les ayuda a empezar el curso más relajados/as», que «así pueden conocer mejor los compañeros y compañeras que no conocían y hacerse amigos/as» y hasta añaden que «hacer colonias les ayuda a estar más motivadas para trabajar una vez vuelvan a la escuela».
La convivencia 24h
Los y las alumnas conviven 24 horas durante dos o tres días y esto favorece el sentido de pertenencia al grupo y ofrece nuevas posibilidades de relación que no aparecen durante las jornadas escolares habituales.
Al principio, hasta se les puedes hacer un poco raro compartir momentos de la vida cotidiana con sus compañeros y compañeras, momentos que habitualmente comparten con la familia como: poner y recoger la mesa, lavarse los dientes haciendo muecas en el espejo, dormir en la misma habitación y susurrar chistes dentro el saco de dormir, vestirse deprisa para poder desayunar, hacerse compañía en momentos difíciles de añoranza o dificultades, barrer el comedor, levantarse y decirse buenos días… Pero seguramente cuando vuelvan a casa echarán de menos poder convivir tan intensamente con los compañeros/as.
La convivencia 24h y las tareas del día a día compartidas, favoreciendo el trabajo en equipo, son algunos de los elementos importantísimos de las colonias como factor cohesionador de un grupo clase. Además, compartir las tareas favorece la autonomía personal y la actitud de co-responsabilidad entre niños y niñas, rompiendo con los estereotipos de género.
La naturaleza como escenario
otro factor esencial para la convivencia y la cohesión de grupo es el entorno natural.
Ir de colonias es como un soplo de aire fresco, natural, limpio, fuera de la ciudad, en un entorno rico en vegetación y fauna muy diversa que son un pilar fundamental para el bienestar emocional y la calma interior.
Además, en otoño la naturaleza se convierte en un espectáculo que nos aporta sensaciones intensas: colores cálidos, hojas de todas las forman que caen de los árboles, frutas que son las delicias de los pájaros, castañas con pinchos entre la hojarasca, setas que aromatizan el bosque, sensaciones de frescor matinal, gotas de rocío que resbalan por las hojas cuando empieza a calentar el sol…
El contacto y descubrimiento de la naturaleza aportan paz y bienestar personales, elementos esenciales para un buen desarrollo emocional. Y el hecho de estar bien con uno mismo/as favorece a la vez la calidad de las relaciones interpersonales y toda la cohesión de grupo sale beneficiada.
Actividades cohesionadoras
Hay infinitas actividades y juegos que pueden ayudar a cohesionar el grupo, a desarrollar la empatía, la solidaridad, la cooperación, la comprensión de uno mismo/as y de los otros, la confianza…
Aquí tenéis algunos ejemplos:
Juegos de conocerse
- Los círculos: nos colocamos en dos círculos concéntricos, uno dentro del otro. El de dentro mirando hacia fuera y los de fuera mirando hacia dentro. Los de fuera van dando la vuelta al ritmo de la música hasta que se para. Entonces miran la persona del círculo interior que tienen delante y se dicen 4 frases para conocerse mejor.
- Los paquetes: Los niños y niñas van bailando al ritmo de la música hasta que el educador/a la para y dice: «paquetes de 3» y entonces los niños/as se deben abrazar de 3 en 3. Después se vuelve a poner la música y se va parando y diciendo «paquetes de 4», «paquetes de 6″… y así sucesivamente. También se pueden hacer variaciones como «paquetes de camisetas del mismo color» o «paquetes de ojos del mismo color» o «paquetes con 3 tipos de pelo diferente» o «paquetes de apellidos que empiecen por la misma letra» o «paquetes de los que hacen el mismo deporte» o «paquetes de los que se llaman igual» o «paquetes donde todo el mundo tenga un nombre distinto» o «paquetes de los que tienen el mismo número de pie»… y se puede ir complicando.
Juegos cooperativos
- El nudo humano: juego en el que se debe hacer un círculo, cogerse de las manos y, al ritmo de la música y sin dejarse, ir bailando y enredándose haciendo una red. Cuando la música se pare se debe intentar volver a la posición inicial sin dejarse de las manos.
- Pies atados: Empezamos atando los tobillos por parejas y poniéndonos de acuerdo para conseguir caminar por un circuito marcado. Después aumentaremos el grado de dificultad atándonos de cuatro en cuatro, de seis en seis y así hasta un que todo el grupo tenga los pies atados y nos tengamos que coordinar para llegar al objetivo.
- La rueda a oscuras: los participantes hacen un círculo uno detrás de otro. Ponen la mano derecha sobre el hombro derecho de la persona que tengan delante. Entonces, el monitor o monitora pasa por delante del círculo poniendo un pañuelo en los ojos de cada uno. Sin ver nada, deben empezar a caminar, consiguiendo que la rueda gire sin que se rompa o deshaga. La música va cada vez más de prisa.
- Las sillas cooperativas: los niños/as corren y bailan alrededor de las sillas mientras suena la música y cuando ésta para, se deben sentar en la silla. Cada vez que se pare la música se saca una silla del círculo y el grupo debe intentar que quepan todos los miembros en las sillas que queden.
- El paracaídas: con el paracaídas se pueden hacer muchos juegos cooperativos. De primeras, podemos jugar a hincharlo y deshincharlo poniéndonos de acuerdo. También podemos poner una pelota encima e ir haciendo movimientos de conducción coordinados para que la pelota no caiga por el agujero. Los jugadores/as deben coger el extremo de la tela manteniendo la tensión para orientar la pelota como quieran.
- La anilla cooperativa: todos los niños y niñas se cogen de las manos haciendo un círculo. Se le da una anilla a uno/a de los participantes y este deberá pasarla al compañero/a de al lado sin dejarse las manos. La anilla deberá dar la vuelta al círculo sin que nadie se deje ir de las manos. Después se puede aumentar la dificultad haciendo el juego contra reloj.
Juegos de confianza
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Confía y déjate caer: peor parejas, una persona se pone de espaldas ante la otra, tocándose los pies. Con los ojos cerrados se deja caer hacia atrás, confiando que la otra persona la cogerá. Después lo repetimos al revés. Y hacemos unas cuantas partidas cambiando de pareja para que cada niño/a pueda jugar como mínimo con 5 o 6 compañeros/as diferentes.
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La cremallera: los niños y niñas se colocan en el suelo en línea recta, formando una cremallera, estiran los brazos hacia arriba y hacen pasar un compañero/as estirado por encima los brazos a lado y lado de la cremallera.
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La estrella: se ponen haciendo un círculo, se cogen de las manos y se les numera 1,2,1,2,1,2… Entonces el monitor dice «1», y los que son 1 deben dejarse caer hacia atrás, sin mover los pies. Después vuelven a su posición y el monitor/a dice «2» y entonces lo hacen los 2. Así sucesivamente, en silencio, concentración, suavemente. Después repetimos la operación, pero en vez de dejarnos caer hacia atrás, nos dejamos caer hacia adelante. Y finalmente haremos 1 adelante y 2 hacia atrás, y cambiaremos.
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El péndulo: una persona se coloca de pie en el centro. El resto de participantes se sienta a su alrededor con las piernas bien estiradas. Todos/as deben tener los pies encima de los pies de la persona que está de pie, de forma que esta persona esté bien cogida por los pies y no se pueda caer. La persona del medio se pondrá recta, con el cuerpo rígido, y se dejará caer, como si fuera un péndulo. Los niños y niñas que están a su alrededor deberán frenarlo/a con las manos antes que les chafe y le empujarán hacia otro lado.
Juegos de noche
- La sardina: uno de los participantes o el monitor/a se esconde en el bosque mientras el resto del grupo cuenta hasta 10 o 100. Después salen a buscar la persona escondida. La primera persona que lo/la encuentra se esconde en el mismo sitio y se quedan quietos/as y en silencio esperando que llegue más gente. Deben esperar en silencio hasta que todo el mundo encuentro el escondite.
- Las vacas de noche: las vacas son 2, 3 o 4 monitores/as que se esconden por el bosque, cada uno con un silbido. Todos tendrán pistas preparadas o trozos de un mapa del tesoro. Se crean grupos de 4 niños/as que deben ir por el bosque intentando localizar cada uno de los monitores/as, guiándose por el silbido. Una vez lo encuentran, se les da una pista o el trozo de mapa. Cada grupo debe conseguir alguna posta. Cuando hayan conseguido todas las pistas, todo el mundo sale del bosque y se ponen en común todas las pistas o trozos de mapa para conseguir encontrar el tesoro entre todos y todas.
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